Acercándonos a la época estival, es inevitable pensar en esos alimentos frescos y apetecibles que llenan los escaparates y terrazas de nuestras calles, que por esta época amplían su oferta de colores y sabores.
Cuando definimos un alimento como “dulce”, indirectamente lo estamos relacionando con la cantidad de azúcar que tiene éste, pero raramente pensamos en otro factor como puede ser la temperatura.
Lógicamente, el que un alimento sea más o menos dulce, depende de la cantidad de azúcar que contiene, sin embargo, podemos comprobar fácilmente que por ejemplo un helado, cuanto más frío, sabe menos dulce que el mismo helado caliente.
Esto es debido a que percibimos este sabor a través unas células presentes en las papilas gustativas de la boca, que poseen unos canales de calcio sensibles a la temperatura. Concretamente, cuanto más caliente está un alimento, más intensa es la señal que envían estas células al cerebro.
Por este motivo los expertos nos recomiendan que para disfrutar plenamente del sabor de un helado, la temperatura ideal es de -15º